14 Ene ¿Qué es la exportación de residuos?
La exportación de residuos es una práctica habitual desde hace varias décadas. Un fenómeno que nació con el objetivo de combatir la contaminación y lograr una mejor reutilización de las materias primas. Para ello, países como los Estados Unidos o las potencias europeas envían, en grandes contenedores metálicos y mediante barcos gigantescos, millones de toneladas de su basura doméstica a países en desarrollo, especialmente aquellos países del Sudeste Asiático con altas necesidades de materias primas. Una relación en la que todos deberían ganar.
¿Está prohibido exportar residuos?
Como apuntábamos antes, la exportación de basura está muy normalizada. Países que generan cantidades de residuos inasumibles deciden vender dichos residuos a países con necesidades para optimizar el reciclado. Pero esto tiene un lado oscuro también: según muchas oenegés medioambientales, solo una parte de dichos residuos exportados termina siendo reciclado en plantas de reciclaje. Otra parte, nada despreciable, termina abandonada en vertederos o termina en los mares. ¿La consecuencia? Las famosas islas de basura.
Es por eso que durante los últimos años algunos países han comenzado a prohibir la exportación de residuos. El ejemplo más sonado fue el de Australia, un país con una cultura de consumo que generaba, al igual que Estados Unidos y los grandes países europeos, incluida España, una cantidad tan grande de residuos que sus plantas para reciclaje eran incapaces de procesar. En lugar de reducir las cifras de consumo, el camino más lógico, Australia se dedicaba como tantos otros países a exportar basura a países en vías de desarrollo.
Ya no. Como declaró el primer ministro australiano, Scott Morrison, “llegará el momento en el que no podamos meter nuestros residuos en un barco para enviarlos a otro país. El riesgo de que acaben flotando en los océanos nos obliga a actuar”. Una decisión basada en la conciencia ecológica, pero también en la negativa de buena parte de los países asiáticos importadores de residuos a continuar recibiendo dichos elementos. Países como Filipinas, China, Malasia o Vietnam han decidido cerrar sus puertas a la exportación de basura.
Exportación de basura y residuos peligrosos
Muchas organizaciones ecologistas apoyan esta deriva prohibitiva de la exportación de residuos. Consideran que los países occidentales convierten sus problemas en los problemas de países con menos recursos y, lo peor de todo, que estos países con menores recursos son incapaces de procesar dichos residuos de manera óptima. Y es que Greenpeace descubrió que, por ejemplo, solo el nueve por ciento de los plásticos exportados a Malasia se acaban reciclando. Unos números muy desalentadores en plena lucha contra la contaminación plástica.
Motivados por esta catastrófica situación, la inmensa mayoría de países del mundo acordaron en mayor de 2019 regular el comercio de residuos plásticos. Un comercio donde se mueven, según el servicio estadístico de la ONU, alrededor de once millones de toneladas. En concreto, los 187 países que conforman el Convenio de Basilea han decidido limitar dicho comercio para que los países importadores de residuos plásticos no se vean sobrepasados y dichos residuos plásticos terminen en vertederos, océanos y ecosistemas naturales.
España, además, tiene mucho que decir en este asunto. No en vano, nuestro país es el noveno país del mundo en número de exportaciones de residuos plásticos. En cuanto a los residuos tóxicos, asociaciones como Ecologistas en Acción han reclamado reiteradamente la prohibición de dichas exportaciones tan peligrosas. Desde luego, el futuro pasa por una mayor reducción del consumo de materias primas o por la optimización de los procesos de reciclado. La exportación de residuos tiene las décadas contadas.